Foto: El Papa Francisco pone de relieve la alegría del amor que se dona y provoca deleite en los demás. (Película "El Festín de Babette")
Por: Izcalli / Diócesis de Izcalli
No es un secreto que el Papa Francisco tiene una gran afición por el Séptimo Arte y que incluso, en algunos de los documentos más importantes de su magisterio ha dado categóricos ejemplos a través de escenas y películas.
En efecto, en la Encíclica Amoris Laetitia—específicamente en el numeral 129, a partir del filme El festín de Babette (Dinamarca, 1987. Dir. Gabriel Axel) el Papa Francisco pone de relieve la alegría del amor que se dona y provoca deleite en los demás.
El Santo Padre es amante del cine, incluso, cultivó esta afición durante su juventud, al grado de que reconoce que tres filmes marcaron su vida: La Strada (Italia, 1954. Dir. Federico Fellini); Roma, ciudad abierta (Italia, 1945. Dir. Roberto Rosellini) y la ya mencionada, El festín de Babette.
Al respecto, Monseñor Dario Viganò sacerdote y Vicecanciller de la Pontificia Academia de las Ciencias y de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, en su libro La Mirada: puerta del corazón. El Neorrealismo entre memoria y actualidad (Romana Editorial, 2022), en diálogo con el Papa Francisco habla sobre la cultura cinematográfica, el pensamiento y magisterio del Papa, poniendo énfasis en el valor documental y transformador de la sociedad que posee el Séptimo Arte y la industria cinematográfica: capaz de plasmar en imágenes las cuestiones fundamentales de la vida de las personas.
En este orden de ideas, desde el siglo pasado ya muchos intelectuales abordaron el poder y la cultura de la imagen como referente para el ser humano que habita y se desenvuelve a través de signos, símbolos y, desde luego, imágenes.
En este sentido, en el contexto de la pandemia que, en un extremo, nos saturó de imágenes y contenidos, a través de medios de comunicación y redes sociales, nuestros catequistas y acompañantes vocacionales no pueden soslayar que tratándose de didáctica de la fe y, desde luego, como clarificador de la vocación, los filmes pueden resultar relevantes.
Así, la adecuada elección de una película puede contextualizarnos en el tiempo de nuestro Señor Jesucristo o impulsar y encauzar la respuesta de los jóvenes que expresan dudas ante la vocación laical, religiosa o al ministerio ordenado.
Máxime que nos situamos en un tiempo en el que la imagen resulta atractiva y rebosa nuestro contexto, al grado de que en algunos casos obnubila nuestros sentidos.
Se vuelve la imagen y, sin duda los medios digitales, un continente que ha sido explorado ya ampliamente por obispos, sacerdotes, catequistas y acompañantes vocaciones y que, en palabras del Papa san Juan Pablo II bien podemos evangelizar, incluso, desde el ocio, ya que: el descanso mismo, para que no sea algo vacío o motivo de aburrimiento, debe comportar enriquecimiento espiritual, mayor libertad, posibilidad de contemplación y de comunión fraterna, los fieles han de elegir, entre los medios de la cultura y las diversiones que la sociedad ofrece, los que estén más de acuerdo con una vida conforme a los preceptos del Evangelio (Dies Domini #68).